lunes, 17 de junio de 2019

HERENCIA

 

1 PEDRO 1:3-5 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Una herencia reservada en los cielos para ustedes a quienes el poder de Dios asegura, mediante la fe, la salvación que ha de revelarse en el momento final. (BLPH)

 

En Cristo tenemos una herencia, incorruptible, inmaculada e imperecedera.

Todos tenemos la necesidad fundamental de sentirnos seguros y protegidos, pero cuando basamos nuestro sentido de seguridad en las cosas de este mundo, podemos esperar desilusión y frustración.

 

Esto es particularmente cierto cuando se trata de nuestras finanzas. Estamos viviendo en tiempos muy inciertos de alto desempleo y de pensiones que se reducen cada vez más, y hay menos personas con el derecho a pensionarse. Nuestro dinero puede escaparse rápidamente, no importa qué tan cuidadosamente lo protejamos.

En tiempos así, necesitamos recordar el futuro que tenemos en la eternidad:

1.     ¿No es maravilloso saber que los cristianos tenemos una herencia en el Cielo, que nunca se deprecia y que no puede ser robada?

Nos fue dada cuando pusimos nuestra esperanza en Cristo y nunca nos será quitada, porque está reservada y protegida para nosotros en el Cielo. Algún día, cuando veamos a Jesús cara a cara, disfrutaremos de todas las riquezas de la Gracia Divina y recibiremos nuestra plena herencia, pero…

2.    ¿Sabía usted que cada día que vivimos en esta tierra tenemos la oportunidad de acrecentar esa herencia, invirtiendo en las cosas que el Señor valora y acredita a nuestra cuenta?

A eso se refería el Señor Jesús cuando dijo: "Haceos tesoros en el Cielo" (Mateo 6:20). Cuando vivimos rectamente en obediencia a Dios, estamos acumulando buenas obras y aumentando nuestra herencia.

3.    ¿Está usted más preocupado por invertir en esta vida que en las riquezas eternas?

Piénselo bien, todo lo material que puedas acumular en esta vida es perecedero y corruptible; en cambio puede afirmar…

 

¡¡¡Dios es mi mejor porción, Él es el dueño de mi herencia!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE ES FÁCIL DEJAR QUE LAS EXIGENCIAS Y RESPONSABILIDADES DE CADA DÍA ECLIPSEN LA IMPORTANCIA DE MI HERENCIA ETERNA, ASÍ QUE APARTARE TIEMPO CADA DÍA PARA REORIENTAR MI MENTE Y CORAZÓN, Y COMENZAR ASÍ A GUARDAR TESOROS EN EL CIELO.

 

ORACIÓN:

Padre Santo y Misericordioso, El Chanun, Dios lleno de Gracia (Jonás 4:2). Mi amado Dios y Señor Jesús, la Porción de mi Herencia, sólo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece, esa herencia que nadie puede tocar ni quitarle el valor que Tú le has dado; herencia que no se arruina ni se destruye ni pierde su valor. La tierra que me has dado es agradable, todo lo que me has dado es bueno, pero hoy te pido que me ayudes para mantener los ojos puestos en Ti y hacer tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el óxido los dañarán y donde los ladrones no pueden entrar a robárselos. Gracias Dios mío, mi Señor y Salvador Jesucristo por esa maravillosa herencia. Bendeciré por siempre al Señor, quien me guía. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.