miércoles, 16 de febrero de 2022

AMISTAD VERDADERA

 

SALMO 55:13,14 Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi compañero, mi íntimo amigo; quienes juntos compartíamos dulcemente los secretos, y con afecto nos paseábamos en la Casa de Dios. (NTV)

 

¿Cómo podemos encontrar amistad verdadera en este mundo temporal, a menudo falso? No existe la amistad perfecta, existe la amistad verdadera, y ella sugiere unos requerimientos para cultivarla adecuadamente.

 

Para establecer una verdadera amistad se requiere reconocimiento, relación, confianza y responsabilidad mutua

 

1.     Reconocimiento: La amistad involucra reconocimiento o familiaridad con la personalidad de otro. Los amigos a menudo comparten lo que les gusta y lo que les disgusta, intereses, actividades y pasiones. Entonces ¿Cómo podemos reconocer una amistad potencial?  Las señales incluyen un deseo mutuo de compañía y tal vez un lazo común de algún tipo. Más allá de esto, la amistad verdadera involucra un sentimiento compartido de preocupación, un deseo de ver al otro crecer y desarrollarse, y una esperanza mutua de tener éxito en todos los aspectos de la vida.

2.    Relación: La amistad verdadera involucra acción. Hacer algo diferente para alguien sin esperar nada a cambio. Compartir pensamientos y sentimientos sin miedo a ser juzgado o a críticas negativas. La amistad verdadera involucra una relación.  Esos atributos mutuos que mencionamos arriba se convierten en el fundamento por el cual el reconocimiento resulta en una relación. Muchas personas dicen: "él es un buen amigo mío", pero nunca se toman el tiempo para pasar tiempo con ese "buen amigo". La amistad toma tiempo. Tiempo para conocerse, tiempo para crear recuerdos compartidos, tiempo para invertir en el crecimiento mutuo.

3.    Confianza: La confianza es esencial en la amistad verdadera.  Todos necesitamos a alguien con quien podamos compartir nuestra vida, pensamientos, sentimientos y frustraciones. Necesitamos ser capaces de compartir nuestros secretos más íntimos con alguien, sin tener que preocuparnos de que esos secretos terminen al día siguiente en Internet. No ser digno de confianza con esos secretos íntimos puede destruir una amistad en un instante. La fidelidad y la lealtad son claves para la amistad verdadera, sin ellas, a menudo nos sentimos traicionados, excluidos y solitarios. En la amistad verdadera no hay murmuraciones, pensamientos negativos ni separaciones.

4.   Responsabilidad Mutua: La amistad verdadera requiere ciertos factores de responsabilidad mutua.  Los verdaderos amigos se animan mutuamente y se perdonan mutuamente cuando ha habido una ofensa. La amistad verdadera apoya en los momentos de lucha. Los amigos son confiables. En una amistad verdadera se desarrolla el amor incondicional, amamos a nuestros amigos sin importar nada y siempre queremos lo mejor para ellos.

 

¿Necesita a un amigo? Jesús quiere ser su amigo verdadero. (Juan 15:14,15)

¿Añora compañerismo? Dios está siempre con usted (Hebreos 13:5).

¿A quién conoce usted que necesita un amigo hoy? (Proverbios 18:24)

 

¡¡¡El cultivo de una amistad verdadera no se hace en días, se necesita de años, 

mucho tiempo de reconocimiento, relación, confianza y responsabilidad mutua!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE DIOS QUIERE QUE HAGA AMISTAD CON OTROS; ÉL ME HA LLAMADO A SER SUS MANOS Y PIES EN UN MUNDO HAMBRIENTO DE AMISTAD VERDADERA, YO ATENDERÉ A SU LLAMADO ESTABLECIENDO AMISTADES SEGÚN SUS INSTRUCCIONES.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Kjesed, Dios de Amor Fiel e Inagotable (Salmo 25:6). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, mi verdadero amigo eres Tú, bien dice tu Palabra que tu amor y tu misericordia son inagotables, son para siempre, un amor lleno de predisposición incondicional y altamente favorable hacia nosotros, pleno de misericordia, bondad, lealtad y fidelidad. Un amor que asume obligaciones elegidas voluntariamente. Gracias quiero darte hoy por esa clase de amor, pero también pedirte que me llenes con esos atributos para prodigar a mis verdaderas amistades, y así ellas puedan conocer tu amor a través de mí. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amen!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri