martes, 11 de julio de 2017

¡CUENTE!

 

JUAN 9:1-7 Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.

-  Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? le preguntaron sus discípulos. ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres?

-  No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres, contestó Jesús. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él. Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió. Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar; pero mientras estoy aquí en el mundo, Yo Soy la luz del mundo.

Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva y lo untó en los ojos del ciego. Le dijo:

-  Ve a lavarte en el estanque de Siloé (Siloé significa "Enviado").

Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo! (N.T.V.)


©  ¡Cuente su propia historia! (Leer Juan 9:1-15)

El Señor usará el testimonio del cristiano de una manera poderosa. Cuando contamos cómo Dios nos salvó y nos transformó, el Espíritu Santo puede aumentar el interés de las personas por los asuntos espirituales y usar nuestras palabras para ayudarlas a buscar a Cristo como su Salvador.

 

En el pasaje que estudiamos hoy, leemos acerca de un ciego a quien el Señor curó. Había sido invidente desde su nacimiento y muchas personas querían saber cómo se produjo su sanidad milagrosa. A todos los que lo interrogaban les contaba los hechos tal como los había experimentado: "El hombre al que llaman Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos y me dijo: 'Ve al estanque de Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé, ¡y ahora puedo ver!" (Juan 9:11 NTV).

Cuando obedecemos los preceptos del Señor, las personas que nos rodean notarán que hay algo diferente en nosotros. Es posible que tengan curiosidad en cuanto a nuestra manera de afrontar el sufrimiento o de mantenernos tranquilos en tiempos de adversidad. Pueden preguntarnos por qué hemos renunciado a ciertas actividades o evitamos ciertos lugares. Podemos responder de la misma sencilla manera que el ciego:

©  "Yo estaba ciego espiritualmente y separado de Dios por el pecado. Jesús, el Salvador, murió en la cruz para pagar mis pecados. Por la fe en Él, sé que he sido perdonado y adoptado en la familia de Dios. Es por eso por lo que no soy el mismo".

Solo necesitamos contar lo que nos ha sucedido personalmente para dar testimonio de nuestro Señor y Salvador. Tómese el tiempo para escribir su testimonio en unas pocas líneas y cuente su historia de manera breve y clara. Después, busque la oportunidad de compartir con alguien más lo que Dios ha hecho en su vida.

 

CONFESIÓN DE FE:

SE QUE NO TENGO QUE DAR RESPUESTA A TODAS LAS PREGUNTAS PARA PODER HABLAR DE MI SALVADOR, SOLO VOY A CONTAR LO QUE ÉL HA HECHO PARA TRANSFORMAR TOTALMENTE MI VIDA; ANTES ERA CIEGO Y AHORA PUEDO VER.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Rohi, El Señor es mi Pastor (Salmo 23:1). Mi amado Señor Jesús, Tú eres ese Dios que nos protege, provee, guía, dirige y nos capacita además de cuidarnos pacientemente. Hoy vengo a Ti para decirte que estoy dispuesto, y bien preparado, para contar las maravillas que has hecho en mi vida, para ser testigo tuyo y llevar el mensaje de las buenas nuevas adonde sea que Tú quieras. Por eso, Espíritu Santo de Dios te pido tu Presencia permanente y tu apoyo en tan honrosa labor a la que he sido llamado, y de antemano te agradezco por el amor, la sabiduría y el conocimiento que me has dado. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.