miércoles, 27 de febrero de 2019

¡VUELVE!

 

LUCAS 15:20-24 Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Su hijo le dijo:

-       Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes:

-       Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. Maten el ternero que hemos engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado.

Entonces comenzó la fiesta. (NTV)

 

Cuando nuestro Padre Celestial nos dice: ¡Vuelve a casa!

 

Había una vez una viuda, que vivía con su hijo en un miserable desván. Años atrás, la mujer se había casado en contra de la voluntad de sus padres y se marchó a vivir con su esposo en un lejano país.  Su esposo fue un hombre infiel e irresponsable y después de varios años, murió sin haber hecho provisión alguna para ella y su hijo. Con gran dificultad, ella logró hacer frente a las necesidades básicas de la vida. Los momentos más felices en la vida del niño fueron cuando la madre lo tomaba en sus brazos y le contaba sobre la casa de su abuelo en el país de origen. Ella le hablaba sobre el césped verde, los elevados árboles, las flores silvestres, las hermosas pinturas y las deliciosas cenas. El chico nunca había visto la casa de su abuelo, pero para él, era el lugar más hermoso en todo el mundo. Anhelaba la llegada del momento en que iría a vivir allí.

 

Cierto día, el cartero tocó a la puerta del desván. La madre reconoció la escritura en el sobre y con dedos temblorosos lo abrió. En su interior había un cheque y una hoja de papel en la que podía leerse solo tres palabras: ¡"Vuelve a casa"!

 

Igual que este padre y el hijo pródigo, nuestro Padre celestial extiende sus brazos y nos recibe otra vez en aquel lugar de descanso y restauración espiritual, al final de un día agotador. Dios no nos pide que nos preparemos a recibir el castigo por los fracasos del día. Él tan solo nos da la bienvenida a su sanadora Presencia, como hijos redimidos por la sangre de su propio Hijo. Es allí, donde Él nos asegura que comprende nuestros dolores, fracasos y nos concede el milagro de milagros: continúa amándonos.

Si el Padre Celestial, te extiende un llamado diciendo: ¡"Hijo, vuelve a casa"!

¿Por qué no concluyes tu día, en la comodidad y provisión de su Presencia?

 

CONFESIÓN DE FE:

EN LA PRESENCIA DE DIOS ENCUENTRO PLENITUD DE GOZO Y REPOSO CUANDO MI ALMA ESTA ATRIBULADA, ALLÍ IRÉ Y ALLÍ MORARÉ; ¡VOLVERÉ SIN TEMOR NI DUDA A LA CASA DE MI PADRE!

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Mikarov, Dios que esta cerca (Jeremías 23:23). Mi amado Dios y Señor, Padre bueno y misericordioso, gracias quiero darte hoy porque Tú estás ahí siempre que te busco, para darme la suficiencia y el reposo necesario para sentirme cómodo y descansado. En Ti encuentro esa paz que sobrepasa todo entendimiento, solo te pido que nunca apartes de mí tu Santo Espíritu, sino que por el contrario pueda yo gozarme en tu Presencia y que tu maravillosa y prodigiosa cobertura vaya permanentemente conmigo, de manera que siempre me sienta placido en tu casa, que es mi casa. Gracias mi amado Señor Salvador Jesús por proveer el camino para volver a la casa de mi Padre Celestial; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amen!


Juan Manuel Lamus O.