lunes, 22 de junio de 2015

ESENCIAL

 

GÁLATAS 5:22-26 En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto. Y los que somos de Jesucristo ya hemos hecho morir en su cruz nuestro egoísmo y nuestros malos deseos. Si el Espíritu ha cambiado nuestra manera de vivir, debemos obedecerlo en todo. No seamos orgullosos, ni provoquemos el enojo y la envidia de los demás por creernos mejores que ellos. (T.L.A.)

 

©      La presencia del Espíritu Santo es esencial para vivir la vida cristiana.

El trabajo que los creyentes están llamados a hacer, no puede ser fructífero sin Él, porque nuestra naturaleza pecaminosa estorbaría cualquier intento que hiciéramos para tener el carácter de Cristo.

 

Pensemos en el ejemplo del apóstol Pedro: pasó tres años comiendo, durmiendo y aprendiendo en la presencia de Jesús, sin embargo, antes de la crucifixión, negó conocer al Señor. Pero cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés, el atemorizado Pedro se transformó en un enérgico predicador.

Lo que le sucedió a Pedro, le sucede a toda persona que recibe a Jesús, pero muchas no se dan cuenta del maravilloso recurso que tienen a su disposición:

©      El Espíritu de Dios es el motivador interno del creyente para expresar la evidencia externa de la fe. Él da el poder para vivir la vida cristiana, y para trabajar con efectividad para el Señor.

La prueba visible que presentamos, es el fruto del Espíritu. Algunos aspectos pueden ser más fuertes en nuestra vida que otros y es posible que no todos se expresen al mismo tiempo en la misma proporción, pero cada una de esas características está dentro de nosotros porque el Espíritu Santo mora en nuestros corazones. La verdad práctica es que debemos tener una actitud espiritual, aunque no nos sintamos con ganas de hacerlo. Debemos ser amorosos, aunque no sintamos amor. Debemos practicar la paciencia cuando el enojo quiera imponerse. El gran misterio es que, cuando confiamos en el Espíritu, nuestro corazón cambia, el amor echa raíces, nos sentimos bien siendo bondadosos y la paciencia produce un espíritu apacible.

 

CONFESIÓN DE FE:

PONDRÉ EN ACCIÓN EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO DE DIOS QUE MORA EN MI, POR MEDIO DE EL FRUTO QUE EL PRODUCE EN EL MOLDEO DE MI CARÁCTER, Y ASÍ PODER VIVIR COMO UN VERDADERO SEGUIDOR DE CRISTO.

 

ORACIÓN:

Espíritu Santo de Dios, Ruakj, Espíritu de Aliento y Vida (Génesis 1:2). Dador de aliento de vida eres Tu Dios mío, hoy quiero darte gracias Espíritu Santo por tu labor en mi vida, la cual se que es esencial para mi crecimiento, llevándome a la convicción del pecado, de la justicia y del juicio, que producen en mi el carácter de ser un varón maduro espiritualmente, a la medida y la estatura del Carácter de Cristo, que hacen que yo pueda tener relaciones basadas en el fruto que Tu produces en mi. Gracias a tu presencia permanente en mi vida, cuidándome, consolándome, guiándome y redarguyéndome. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.

 
Juan Manuel Lamus O.