viernes, 15 de mayo de 2020

DOMINIO PROPIO

 

2 PEDRO 1:3-8 Con su Poder Divino, Jesús nos da todo lo que necesitamos para dedicar nuestra vida a Dios. Todo lo tenemos porque lo conocemos a Él, quien nos llamó por su gloria y excelencia. Así, nos dio promesas preciosas y valiosas; confiando en ellas, ustedes serán semejantes a Dios y podrán escapar del mundo, el cual será destruido a causa de los malos deseos de los seres humanos. Como ya tienen esas promesas, esfuércense ahora por mejorar su vida así: a la fe, añádanle un carácter digno de admiración; al carácter digno de admiración, añádanle conocimiento. Al conocimiento, añádanle dominio propio; al dominio propio, añádanle constancia; a la constancia, añádanle servicio a Dios; al servicio a Dios, añádanle afecto a sus hermanos en Cristo y a ese afecto, añádanle amor. Si todas estas cosas están presentes en su vida y aumentan, entonces no serán gente inútil y no habrán conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo. (PDT)

 

De la práctica del dominio propio, o la templanza, esa virtud, cualidad o expresión del amor, como fruto del Espíritu Santo en nosotros.

 

Cuando era adolescente, a la casa llego un regalo para a familia y era un pote grande de arequipe, era un fin de semana en que estaba solo con mi hermano, y me lo comí todo, inclusive no le quise dar a él. La primera cucharada sabía tan bien que pronto quise otra. Seguí comiéndolas hasta que me enfermé. No había nada malo en el arequipe; el problema fue mi falta de dominio propio.

 

Pedro menciona al dominio propio como una de las virtudes que debemos añadir con diligencia a nuestra vida, es decir, practicar ciertas actitudes y decirles no a otras. Cada situación que nos tiente a salirnos de los límites establecidos por Dios es una oportunidad para poner en práctica la templanza. Lo que es pecado está prohibido, por supuesto, pero hay cosas buenas que también necesitan dominio propio. Por ejemplo, la comida es buena y necesaria para la vida, pero comer en exceso conduce a todo tipo de problemas. Otros aspectos que requieren disciplina son el uso del dinero, del tiempo, de las palabras y del enojo. Lo que nos impide lograrlo es la poca importancia que le damos. Si no vemos el valor de controlar nuestras palabras, diremos cualquier cosa que queramos. Lo mismo vale para una dieta, es difícil mantenerla si nuestro deseo de comer es mayor que nuestro deseo de perder peso.

 

¡¡¡Dominio propio significa que haremos lo correcto, nos guste o no!!!

Si entendemos que Dios nos ha dado todas las cosas

que necesitamos para la vida y la piedad, mediante el conocimiento de Él,

reconoceremos que el dominio propio está dentro de nuestras posibilidades

 

A fin de cuentas, el dominio propio es producido por el Espíritu Santo (Gálatas 5:22,23). Por tanto, debemos confiar en su poder y practicar la templanza siempre que nos veamos tentados o en medio de las pruebas y dificultades.

 

CONFESIÓN DE FE:

PRACTICARÉ EL DOMINIO PROPIO, DE MANERA QUE SE CONVIERTA EN UNA DE LAS VIRTUDES QUE TRAIGAN BENEFICIOS PARA MI VIDA Y LA DE LOS QUE ME RODEAN, ASÍ QUE DEJARÉ AL ESPÍRITU SANTO QUE ACTÚE EN MIS PENSAMIENTOS, SENTIMIENTOS Y EMOCIONES.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaShamayim, Dios de los Cielos y la Tierra (Salmo 136:26). Mi amado Rey y Señor Jesús, Tú, el Fuerte has creado los cielos y la tierra. Tu Trono está en los cielos y reinas sobre las huestes celestiales, eres el Soberano Rey del universo. Hoy vengo a tu Presencia implorando para que me ayudes a desarrollar la templanza necesaria para mantenerme en autocontrol, que pueda yo tener el mismo dominio propio que tuvo Pablo sobre sus pensamientos y emociones, y que Tú has prometido como fruto del Espíritu a los que en Ti creemos y en Ti confiamos. Gracias Señor Jesús porque no nos has dado un espíritu de cobardía sino de amor, de poder y de dominio propio, yo me apropio de esta promesa para mi vida y para la piedad; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.