lunes, 21 de abril de 2014

TUMBA VACÍA

 

TUMBA VACÍA

 

MATEO 28:1-10 El domingo por la mañana temprano, cuando amanecía el nuevo día, María Magdalena y la otra María fueron a visitar la tumba. ¡De repente, se produjo un gran terremoto! Pues un Ángel del Señor descendió del cielo, corrió la piedra a un lado y se sentó sobre ella. Su rostro brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Los guardias temblaron de miedo cuando lo vieron y cayeron desmayados por completo. Entonces, el Ángel les habló a las mujeres: "¡No teman! dijo. Sé que buscan a Jesús el que fue crucificado. ¡No está aquí! Ha resucitado tal como dijo que sucedería. Vengan, vean el lugar donde estaba su cuerpo. Y ahora, vayan rápidamente y cuéntenles a sus discípulos que ha resucitado y que va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán. Recuerden lo que les he dicho". Las mujeres se fueron a toda prisa. Estaban asustadas pero a la vez llenas de gran alegría, y se apresuraron para dar el mensaje del Ángel a los discípulos. Mientras iban, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas corrieron hasta Él, abrazaron sus pies y lo adoraron. Entonces Jesús les dijo: "¡No teman! Digan a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán". (N.T.V.)

 

©      Debemos reconocer y entender el consuelo de la tumba vacía.

Piense en algún momento en el que tuvo el corazón destrozado porque sus expectativas se vieron frustradas y su mundo se le vino abajo. Eso fue exactamente lo que pasó con las mujeres que llegaron a la tumba de Jesús. Habían puesto todas sus esperanzas en Él como el Mesías prometido a Israel. Pero ahora estaba muerto.

©      ¿Puede usted imaginar el cambio repentino que se produjo en sus emociones y en su perspectiva cuando un ángel les dijo que Él había resucitado?

©      ¡Su esperanza revivió!

 

A pesar de que este hecho sucedió hace más de 2.014 años, la tumba vacía tiene todavía un mensaje para nosotros. Como sucedió con estas mujeres, nosotros también podemos ser cambiados dramáticamente si consideramos, reconocemos y entendemos las consecuencias de la resurrección de Cristo. Eso debe afectar nuestra manera de vivir a partir de ese momento. La resurrección de Jesús prueba que hay vida después de la muerte. Muchos piensan hoy que la existencia terrenal es todo lo que hay. Pero esta creencia le quita propósito y significado a la vida. Dios nos creó como almas eternas, y Jesús demostró que la muerte no es el fin; nos espera mucho más. La tumba vacía también nos da esperanza y disipa nuestros temores sobre la muerte. Quienes ponen su fe en el Señor Jesús como su Salvador, serán resucitados a una vida nueva, así como Él resucitó. Ninguno de nosotros sabe qué día el Señor nos llamará a su presencia, pero sí sabemos que Él nos prometió un lugar en el cielo (Juan 14:1-3).

 

CONFESIÓN DE FE:

LA MUERTE NO ES EL FIN, SINO EL COMIENZO DE LA MÁS GRANDE AVENTURA DE NUESTRAS VIDAS, ES LA PARTIDA AL HOGAR CELESTIAL PARA ESTAR CON CRISTO ETERNAMENTE.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Elohim Chaiyim, Dios Viviente (Jeremías 10:10). Eres Dios Fuerte que está vivo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, eres el dador de vida, has creado la vida y todo lo que vive, y quieres dar vida eterna y abundante. Gracias quiero darte hoy por el consuelo, la bendición y la alegría que nos da saber que la tumba esta vacía, que así como fue dramáticamente cambiada la vida de los discípulos al entender y reconocer tu resurrección, así puede pasar con nosotros, pues Tú has demostrado que tenemos vida eterna, que la muerte no es el fin para los que en Ti confiamos, y que si ponemos nuestra confianza en Ti, seremos resucitados a una nueva vida tal como Tú lo hiciste. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por la resurrección que proveíste para nosotros al dejar la tumba vacía. Amén.



Juan Manuel Lamus O.