martes, 14 de marzo de 2017

LA MEDITACIÓN

 

MATEO 6:5,6 Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará. (N.T.V.)


©  De la meditación como clave para escuchar a Dios.

Imagine que usted está de pie en medio de un auditorio lleno de miles de personas. Si cada una de ellas hablara al mismo tiempo, lo más probable es que usted no podría distinguir una voz de otra. Este mismo principio se aplica a la oración. En nuestra vida cotidiana, estamos rodeados por innumerables voces que demandan nuestra atención: la de nuestros hijos, familiares, amistades y empleadores. Con todas estas personas tratando de ganar nuestra atención, no es de extrañar que la voz de Dios parezca, a veces, silenciosa o distante.

 

La meditación eficaz requiere aislamiento. Si no hacemos un esfuerzo por escapar de nuestras exigencias diarias, al menos durante algunos momentos, nuestra capacidad de escuchar la voz de Dios se debilitará. Nuestro Señor Jesucristo estaba muy consciente de esta necesidad de aislamiento. Al enseñar sobre la oración, dijo a sus discípulos que se encerraran en sus cuartos y hablaran en secreto con Dios. Sabía que eso era vital para tomarse un descanso de las presiones de la vida, para tener realmente comunión con el Padre Celestial. Pero el mundo moderno actúa en contra de esta necesidad. Los teléfonos celulares, el correo electrónico y otros avances tecnológicos nos han traído la bendición, y la maldición, de la comunicación y la interrupción constantes.

 

En algún momento hoy, apague la televisión, el teléfono celular y la computadora; simplemente escuche la voz de Dios. Acalle, entonces, sus pensamientos, y concéntrese en Él. Dios quiere renovarle por medio del tiempo que pase usted en su presencia.

 

CONFESIÓN DE FE:

RESERVARÉ UN TIEMPO ESPECIAL DIARIO, PARA LA MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS, APARTÁNDOME DEL MUNDANAL RUIDO Y LAS INTERRUPCIONES DE LA TECNOLOGÍA, ASÍ PODRÉ, CON SEGURIDAD, ESCUCHAR BIEN LA VOZ DE DIOS.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Emet, Dios de la Verdad (Salmo 31:5). Mi amado Señor Jesús Tú eres la fuente última de la realidad, pues todo lo que se relaciona contigo es verdad y es real. En tu Palabra dices que, si conocemos esa verdad, que eres Tú mi Señor, seremos libres, es por eso que hoy me acerco a Ti en busca de tu Palabra cierta, para meditar en ella y hacer conforme a todo lo que Tú dices en ella, de manera que no solo me vea grandemente beneficiado yo, sino que también pueda compartirla con todos aquellos que todavía no te conocen y que te necesitan para ser verdaderamente libres. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por tu Palabra y las enseñanzas poderosas que en ella nos entregas para bendición. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.



Juan Manuel Lamus O.