viernes, 16 de octubre de 2015

SANIDAD INTEGRAL

 

JEREMÍAS 30:17 "Pero Yo te restauraré y sanaré tus heridas, afirma el Señor, porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa". (N.V.I.)

JEREMÍAS 33:6 "Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad". (N.V.I.)

 

©  Involúcrate con Jesucristo y nunca volverás a ser el mismo, pues Él sana integralmente.

La tropa avanzaba paso a paso, la selva estaba espesa y húmeda, el suelo lleno de barro y el peligro acechaba en cada metro del sendero. En eso Lewis B. Puller, teniente del ejército de U.S.A. que peleaba en Vietnam, pisó una mina anti persona. Para todo soldado era literalmente una "trampa caza-bobos". La explosión no lo mató, pero le mutiló las dos piernas y parte de las manos. Librado de la muerte, Lewis Puller regresó a su país, estudió derecho a fin de convertirse en abogado, se casó y tuvo hijos y hasta escribió un libro titulado "Hijo Afortunado" el cual le mereció un premio literario. Pero su vida nunca dejó de arrastrar el dolor de la guerra. Un día, no aguantando más su pena, se suicidó. La revista Time publicó su obituario y le puso por título: "La herida que nunca sanó".

 

Las guerras de este mundo siguen cobrando sus víctimas, aún después de pasados muchos años. El Teniente Puller, hijo del General Puller, el hombre más condecorado de la marina estadounidense, parecía ser un triunfador, se sobrepuso a la pérdida de sus piernas, vivió veintiséis años con su esposa y escribió, con éxito, su autobiografía, pero la psicosis de la guerra lo tenía marcado. Puller se sumergió en el alcohol. Eso provocó problemas en su matrimonio, acelerando la separación de su esposa. La herida psicológica de Vietnam, que nunca sanó, terminó destruyéndolo. Hay heridas del alma peores que las del cuerpo. Muchos hombres lisiados de gravedad han podido sobrevivir, recuperarse y hasta ser felices. Pero Puller cayó víctima de otra herida, allá en el fondo de su alma hubo siempre una úlcera, una llaga abierta que continuamente preguntaba:

-   ¿Por qué tuvo que pasarme a mí?

Buscó alivio en el alcohol, pero éste también es una "trampa caza-bobos" tan destructiva como aquella otra que le mutiló las piernas en plena selva. Me gustaría poder dar a conocer otros detalles agradables respecto a este hombre y darle a su biografía un final feliz, pero la realidad suele a veces ser cruel.

 

No hay consuelo en el alcohol. No hay salvación en las drogas. No hay fuerza vital verdadera en la erudición ni en la literatura. Lo único que puede sanar las heridas del alma es una experiencia espiritual, una verdadera con Jesucristo, el verdadero "Poder Superior".

©  "Vengan a mí", nos dice a todos, aceptemos su invitación, Él es el único que puede sanar nuestras heridas del alma, restaurarnos totalmente y llenar nuestros vacíos.

©  No lo dudes, ve a Él.

 

CONFESIÓN DE FE:

JESUCRISTO ES QUIEN CONSUELA A LOS AFLIGIDOS, LEVANTA A LOS CAÍDOS, ANIMA A LOS DEPRIMIDOS Y LIBERA A LOS CAUTIVOS. SÓLO CRISTO SALVA, RESTAURA, REDIME Y TRANSFORMA; ÉL SANA INTEGRALMENTE.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Jehová Rapha, el Señor que me Sana (Éxodo 15:26). Adonai, eres el Gran Médico y la fuente última de toda sanidad espiritual, física, emocional, mental, social, ambiental, etc. Por eso se que si necesito alguna de estas sanidades, eres el primero a quien debo recurrir. Señor Jesucristo, Tu eres mi roca y mi fortaleza, quien levanta mi cabeza, Tú me sanas el alma herida de todas mis aflicciones, se que solo teniendo una experiencia espiritual y personal al encontrarme cara a cara contigo, puedo tener esa sanidad integral tan anhelada, de manera que así, sanado, liberado y restaurado, pueda servirte efectivamente y con todas mis fuerzas. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por la sanidad integral que me has dado. Amén.


Juan Manuel Lamus O.