jueves, 16 de mayo de 2019

EL DESÁNIMO

 

SALMO 42:5-8 ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios! Ahora estoy profundamente desalentado, pero me acordaré de Ti, aun desde el lejano monte Hermón, donde nace el Jordán, desde la tierra del monte Mizar. Oigo el tumulto de los embravecidos mares, mientras me arrasan tus olas y las crecientes mareas. Pero cada día el Señor derrama su amor inagotable sobre mí, y todas las noches entono sus cánticos y oro a Dios, quien me da vida. (NTV)

 

Del desánimo y sus desastrosas consecuencias cuando se permite por un largo periodo.

Hay personas que sufren los efectos del desánimo durante años y no saben cómo reparar el daño causado por este devastador sentimiento.

 

La frustración es nuestra respuesta emocional ante experiencias en las que los resultados no son los esperados. Cuando nos negamos a reconocer y a enfrentar la realidad de un fracaso, podemos comenzar a desanimarnos. Las frustraciones son inevitables, pero los creyentes no tienen que ser esclavos del desánimo. Todos enfrentamos con regularidad dificultades que pueden hacer que nos sintamos débiles, sin embargo, el desánimo, como cuando se atraviesa un túnel oscuro, debe ser temporal, después de un breve tiempo debemos estar en el otro lado. Yo he experimentado situaciones en las que estuve muy abatido, a veces, he tenido que ponerme de rodillas para clamar a Dios por aliento diciendo:

¡Que el desánimo, la tristeza, la frustración, ni la desesperación me hagan perder mi fe y esperanza en Ti Señor!

Después de pedirle que me dé un cambio de actitud y me ayude a dejar a un lado mi carga, he podido sentirme mejor.

 

Para obtener la victoria, debemos:

1.     Mirar dentro de nosotros mismos. Reconocer la razón concreta de nuestro desánimo, como también los conflictos no resueltos que haya en nuestro corazón. Identificar la raíz de nuestros sentimientos de tristeza nos permitirá superarlos.

2.   Volvernos a Dios. Pero más importante aun, debemos volvernos a Dios. Mientras nos mantengamos hablando de nuestro dolor, sufrimiento, turbación o de nuestros sueños hechos trizas, nos regodearemos en la desesperación, en el momento que levantemos nuestra cabeza y digamos "Padre", daremos el primer paso para dejar el desánimo.

 

CONFESION DE FE:

CONVERTIRÉ MI DESÁNIMO EN UNA PETICIÓN DE AYUDA A DIOS, PUES ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO QUE ÉL PUEDE RENOVAR MIS ESPERANZAS Y EVITAR QUE LAS EMOCIONES NEGATIVAS DOMINEN MI VIDA, ENTONCES MIRARÉ DENTRO DE MI Y ME VOLVERÉ A ÉL.

 

ORACION:

Padre Celestial, Elohim Mauzi, Dios de mi Fortaleza (Salmo 43:2). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, sé que Tú, El Fuerte, deseas hacernos fuertes. Gracias mi Señor, porque cuando me doy cuenta que soy débil y estoy desanimado, entonces Tú puedes hacerme fuerte y alentarme, cuando estoy en comunión contigo y mi confianza esta puesta solo en Ti, se que sucederán milagros en mi vida que harán que mi desánimo desaparezca y pueda yo, con las herramientas que Tú me has provisto, dominar las circunstancias y no dejar que ellas me dominen; los caminos llenos de obstáculos Tú allanarás, entonces en Ti puedo confiar plenamente y digo: ¡Cuando estoy débil y triste, fuerte y feliz soy pues estoy en la presencia de Dios! He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.