miércoles, 24 de julio de 2024

MISTERIOSO CIELO

 

JOB 11:7-9 (PDT) ¿Puedes tú descubrir los misterios de Dios? ¿Puedes alcanzar la perfección del conocimiento del Todopoderoso? Es más alta que los cielos, ¿qué puedes hacer tú? Es más profunda que el lugar de los muertos, ¿qué puedes saber tú? La sabiduría de Dios es más extensa que la Tierra y más ancha que el mar.

 

Existen 5 cosas que nos son carga en esta tierra, de las cuales vamos a ser liberados en el Cielo, pues allí no las encontraremos ni las viviremos.

 

Cuando era pequeño, viajamos a nuestra finca en los llanos orientales de Colombia para unas vacaciones familiares. En el camino, mi papá nos explicó un poco cómo iba a ser, pero no importa cuánto lo intentara, no había forma de que yo entendiera cuán asombroso y salvaje era ese lugar hasta que llegué allí por primera vez.

¡Superó con creces todo lo que había imaginado que sería!

 

De la misma forma, el Cielo es un misterio que no comprenderemos completamente hasta que lleguemos allí, pero la Biblia nos da información importante sobre la eternidad, incluidas cinco cosas que no habrá en el Cielo:

 

1.     En el Cielo, no habrá enfermedad. La Biblia dice: "Así será la resurrección de los muertos. El cuerpo que se pone en la tierra se pudre. Pero el cuerpo que es resucitado nunca se pudre. El cuerpo que se entierra no tiene honor, pero el que resucita es glorioso. El cuerpo que se entierra es débil, pero el que resucita es fuerte." (1 Corintios 15:42,43 PDT). No habrá ninguna enfermedad porque obtendremos un cuerpo nuevo y perfecto.

2.    En el Cielo, no habrá tristeza. La Biblia dice: "Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más." (Apocalipsis 21:4 NTV). Dios ha guardado un registro de nuestras lágrimas y dolor porque se preocupa por nosotros, pero cuando lleguemos al Cielo, no habrá más corazones rotos, rechazo, soledad, dolor o angustia.

3.    En el Cielo, no habrá sufrimiento. La Biblia dice: "Nunca más sentirán hambre ni sed, ni los quemará el sol ni el calor." (Apocalipsis 7:16 PDT). Cada una de nuestras necesidades será satisfecha en el Cielo.

4.   En el Cielo, no habrá pecado. "Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia" (Judas 1:24 NTV). Jesucristo murió en la Cruz y pagó por todos nuestros pecados para que cuando lo veamos cara a cara, nuestro carácter cambie instantáneamente para ser como Él.

5.    En el Cielo, no habrá muerte. "Ya no habrá muerte ni llanto, tampoco lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir" (Apocalipsis 21:4 NVI). El Cielo es glorioso en muchos sentidos, pero lo mejor es que podremos estar en la presencia de Dios para siempre.

 

¡¡¡Un día todo va a estar claro, todo va a tener sentido,

pues así lo declara la Palabra de Dios, entonces podemos decir:

"¡Así que por eso dios permitió esto en mi vida!"; y hasta entonces,

debemos seguir confiando en Él y en el Cielo que nos promete!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

LA BIBLIA LO DICE Y YO LO CREO; TODO LO QUE AHORA CONOZCO ES PARCIAL E INCOMPLETO, PERO LUEGO CONOCERÉ TODO POR COMPLETO, TAL COMO DIOS YA ME CONOCE A MÍ COMPLETAMENTE. (1 CORINTIOS 13:12B NTV)

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaShamayim, Dios del Cielo (Salmo 136:26). Mi amado Dios Todopoderoso creador del Cielo y de la Tierra, Tú eres nuestro supremo hacedor, yo sé que tu trono está en el Cielo y que desde el reinas sobre las huestes celestiales y todo el universo; por eso mi confianza en tu promesa de que yo, al reconocer a Jesús como mi Señor y Salvador, el día determinado por Ti, estaré gozando en el Cielo de tu presencia y la compañía eterna de mi Señor. Pero también sé, y estoy plenamente confiado y convencido, que lo que ahora conozco está basado en mi fe y la esperanza que Tú me das, pero ese día lo veré y lo experimentaré exactamente como me lo has prometido; así que gracias mi amado Padre Celestial por el maravillosos y asombroso Cielo que me espera; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri