lunes, 25 de julio de 2022

TIEMPO Y CRECIMIENTO

 

EFESIOS 6:18 Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes. (NTV)

COLOSENSES 1:10 Para que anden como es digno del Señor a fin de agradarle en todo; de manera que produzcan fruto en toda buena obra y que crezcan en el conocimiento de Dios. (RVA'15)

 

Tiempo y crecimiento en el Señor, son dos asuntos que van de la mano.

Con frecuencia encuentro personas que creen haber cumplido en su relación con Dios simplemente por asistir a los cultos, ofrendar y diezmar y leer de vez en cuando la Biblia. Están errados, no se concibe un cristiano que no pase tiempo en oración y no se pensar tampoco que un discípulo de Jesucristo no experimente crecimiento en la intimidad con Dios.  R.A. Torrey dice en su libro "Como Orar":

"Todos los hombres poderosos de Dios fuera de los que menciona la Biblia han sido hombres de oración. Han sido diferentes entre sí en muchas cosas, pero en esto han sido iguales: en la oración."

 

Un mensaje que transforma vidas está regado por oración; un ministerio cristiano fuerte, está rodeado de clamor; una vida en íntima comunión con Dios tiene un eje alrededor del cual gravita: oración, y los resultados son contundentes. El apóstol Pablo es el mejor ejemplo. Fue siempre un hombre de oración y, bajo ese principio de vida y disciplina devocional, nos exhorta en los versículos que estudiamos hoy a orar para tener un estilo de vida que agrada al Señor y para crecer espiritualmente, no fue simplemente una anotación al margen de sus cartas a los creyentes de Éfeso y Colosas, era una instrucción específica que ellos no podían pasar por alto. Plantea que se debe orar en todo tiempo, con toda oración y perseverancia, orando por todos. Debe ser en esencia una disposición de comunicación permanente con el Señor.

¿Resulta fácil orar? Definitivamente estar en la Presencia del Señor encuentra muchos impedimentos.

¿Quién pone los obstáculos? El enemigo espiritual; dice Torrey:

"El enemigo espiritual es astuto, es poderoso, nunca descansa, está conspirando siempre por la caída de los hijos de Dios; y si el hijo de Dios se relaja en su vida de oración, el demonio terminará triunfando porque lo engañará."

¿Ha pensado por un instante la enorme responsabilidad que nos asiste como hombres y mujeres de oración? No basta con tener sobre nuestros hombros la responsabilidad de un ministerio, es necesario estar a la altura de ese enorme privilegio, y lo hacemos desarrollando intimidad en la relación con el Señor, nuestra fuente de poder, Aquél que nos llamó a servir.

 

¡¡¡Es un asunto de disciplina, compromiso y perseverancia!!!

Tres elementos esenciales que deben converger en quienes son llamados 

seguidores de Jesús, pues quien no pasa la mayoría de su tiempo

en comunión con el Señor, no puede crecer ni llamarse seguidor

 

¿Cuánto tiempo? El que más pueda. Intimidad con Dios, esa es la meta, buscar Su rostro, mantenernos en Su presencia.

 

CONFESIÓN DE FE:

HARÉ UN ALTO EN EL CAMINO PARA TOMAR LA DECISIÓN DE PROCURAR INTIMIDAD CON EL SEÑOR, LE PEDIRÉ A DIOS QUE ME AYUDE A DESARROLLAR PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN, Y CON TODA SEGURIDAD CRECERÉ.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Mikarov, Dios que está cerca (Jeremías 23:23). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, gracias porque eres en mí, Presencia de Vida Perpetua. Desde mi silencio siento como mi ser te busca en oración y se funde con el tuyo, y en este maravilloso todo y uno, la luz, la paz y la armonía nos acercan infinitamente. Sé que no hay nada que pueda separarnos porque soy parte de Ti, esa parte que siempre cuidas y velas con esmero, paciencia, sabiduría, perdón y misericordia. Gracias Padre Celestial por el Amor-Hijo hecho carne, por el Espíritu Santo que nos cubre, envuelve y alimenta con tu verdad a cada instante. Humilde y rendido ante tu presencia recibo con fe lo que en mis manos pones, acepto lo que debes darme y es así en mí, tu perfecta voluntad ahora y siempre. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri