jueves, 8 de octubre de 2015

ESPIRITUALES

 

GÁLATAS 6:1-3 Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación. Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo. Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante. (N.T.V.)

 

©  Los espirituales se distinguen cuando otro creyente tropieza.

El Señor no quiere que los miembros de su cuerpo vivan separados; los creyentes están destinados a funcionar como una familia en la que cada uno se preocupa por el otro. Una de nuestras responsabilidades como parte de la familia de Dios, es acercarnos al hermano que haya tropezado.

 

Pablo especifica que los "espirituales" deben restaurar a los caídos a la comunión con el Padre y con la familia de la fe. "Espiritual" no significa un grupo de líderes; se refiere a cualquier cristiano que esté viviendo bajo el control del Espíritu. Un elemento clave en este proceso es la actitud de la persona que busca restaurar a un hermano, quien debe proceder con:

1. Un espíritu de gentileza: Este no es un tiempo para la dureza, la ira, el juicio o la condenación. Nuestro objetivo no es amontonar dolor y culpabilidad sobre un hermano que sufre, sino mostrarle misericordia y perdón.

(2 Corintios 2:5-8).

2. Un espíritu de humildad: Quienes tienen una actitud de superioridad desprecian a un hermano caído, y piensan: "Yo jamás cometería esos errores". Pero los humildes conocen su propia vulnerabilidad. En vez de juzgar a los demás, examinan sus propias vidas para reconocer y lidiar con su debilidad.

3. Un espíritu de amor: Si amamos a los demás, estaremos dispuestos a compartir su carga. Esto requiere una inversión abnegada de nuestro tiempo, energías y oraciones a favor de ellos.

 

©  ¿Cómo reacciona usted cuando un hermano ha tropezado?

Uno de los peores rasgos humanos es nuestra tendencia a sentirnos mejor en cuanto a nosotros mismos cuando otra persona yerra.

 

CONFESIÓN DE FE:

EN LUGAR DE HACERME PARTICIPE DE LA CAÍDA Y DE COMPARTIR EL CHISME, DEJARÉ QUE MI CORAZÓN SANGRE, Y ME ACERCARÉ PARA DARLE MI AMOR Y AYUDA A AQUEL QUE TROPIECE.

 

ORACIÓN:

Dios Padre de Amor, Elohim Selichot, Dios del Perdón (Nehemías 9:17). Mi amado Dios y Señor, yo se que los hombres podemos ser lentos para perdonar y rápidos para juzgar, pero está en tu naturaleza Divina el perdonar. El deseo mío para hoy, es que Tu, mi Rey, me ayudes a arraigar ese atributo tuyo en mi corazón, para que pueda yo, que soy espiritual, servir de apoyo y aliento a mis hermanos que hayan caído en faltas, y así mantener mi alma sujeta a humildad sin creerme mejor o mayor que ninguno de mis semejantes. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.