martes, 3 de noviembre de 2020

SANTO

 

SALMO 22:2,3 Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo. Pero Tú eres Santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. (RV60)

 

Santo: Quizás esta sea la palabra equivocada para esta reflexión.

Quizás sea más bien el conjuntivo "waw", una letra hebrea singular adherida a la palabra, que puede traducirse de varias formas muy diferentes, usualmente "y", "pero" etc.  Por eso es por lo que algunas veces este versículo se traduce, "Pero Tú eres santo".  No importa la traducción, la intención es clara.  Esta letra hebrea conecta lo que está antes con lo que sigue.  Lo que está antes es el lamento ruinoso de David, lo que antecede es la realidad aplastante del silencio de Dios.  Y ahora, nos conectan con la respuesta, es todo lo que necesitamos, pero no es lo que esperábamos.

 

La respuesta de la aflicción por el silencio es la Santidad de Dios. 

La Santidad de Dios (en hebreo, "Qadosh") es el hecho más importante de toda la creación.  Es más importante que Su compasión, Su misericordia y Su gracia.

 

Santidad es la garantía que lo que sea que haga Dios,

lo hace con absoluta y perfecta moralidad, sin un solo ápice de doble intención

ni asemejo de intenciones escondidas.  Santidad no es simplemente

un atributo de Dios, es la expresión de Su carácter esencial

¡¡¡Porque Dios es Santo es absolutamente confiable y creíble!!!

 

La Santidad se extiende a todo lo que hace.  Desde la perspectiva ética, la Santidad de Dios es el parámetro final para todo lo demás, y eso significa que la Santidad es la razón por la que Dios puede reclamar todo lo que es, incluyendo todo aspecto de tu vida y la mía. Ahora podemos ver por qué el silencio es la respuesta del reconocimiento por David de la Santidad de Dios. La Biblia nunca eleva una pregunta que no responde, aunque a veces las respuestas no sean las que deseamos escuchar:

La respuesta a la pregunta, "¿por qué me has abandonado?" es ésta:

Si yo siento como si Dios me ha abandonado, yo soy el que requiere corrección en cuanto a la relación, no Dios.

 

Dios jamás hace algo que no apoye, confirme y nazca de Su Santidad.  Dado que Dios es completamente fiable y creíble, mi experiencia de Su ausencia no puede significar que Él se ha ido.  Sólo puede significar que yo no estoy escuchando, o que Su ausencia aparente es esencial para los propósitos de santidad. Su Santidad garantiza que Dios nunca dejará de ser quien es. Dios es el Dios que se revela a Sí mismo, Él nunca dejará de hacerlo.  En esos momentos en que mis manos están limpias y mi corazón puro, y aún siento Su ausencia, mi respuesta reside en Quien es Dios.  Porque Él es Santo nunca hará nada perverso, malvado o tentador.  Por lo tanto, tengamos la certeza que Él está con nosotros, aún cuando no lo sintamos, la fe debe moverse de lo que hace Dios a Quien es Dios, la fe debe residir en el carácter de Dios, no en Sus acciones hacia mí.

 

Esta respuesta puede no ser la que deseábamos, que Dios resolviera las cosas, pero la fe dice que podemos confiar en Quién es Él. 

 

CONFESIÓN DE FE:

YO NO DEPOSITO MI FE EN LO QUE DIOS HACE.  HABRÁ VECES EN LAS QUE NO COMPRENDA LO QUE HACE, PERO NUNCA EXISTIRÁ EL MOMENTO EN QUE NO PUEDA CONFIAR EN QUIEN ES.  Y SI ÉL GUARDA SILENCIO, SIGUE SIENDO SANTO.

 

ORACIÓN:

Dios y Señor mío, Elohim Kedoshim, Dios Santo (Levítico 19:2). Mi amado Señor Jesucristo, Tú eres Único, especial, singular, no hay nadie ni nada como Tú, ni nunca lo habrá. Eres distinto de todos y de todo, puro y libre de cualquier error. Es por eso por lo que puedo confiar en tu Santidad, la cual me garantiza que todo lo que haces por mi es correcto, perfecto y está dentro de tu buena, perfecta y agradable voluntad para mi vida. Sin embargo, lo importante para mi es Quien eres y no lo que haces, aun cuando estés en silencio. Gracias Dios Santo porque esa es la fe que me has impartido y sobre la cual yo baso mi relación contigo; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri