jueves, 19 de enero de 2017

ABATIMIENTO

 

1 SAMUEL 30:3-6 Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y se dieron cuenta de lo que les había sucedido a sus familias, lloraron a más no poder. Las dos esposas de David, Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo, estaban entre los que fueron capturados. David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró fuerzas en el Señor su Dios. (N.T.V.)


©  Si se está abatido, se puede encontrar fortaleza en el Señor. (Leer 1 Samuel 30)

Después de un agotador viaje de tres días, David y sus hombres llegaron finalmente a casa para encontrarse con una escena devastadora. Sus viviendas habían sido destruidas totalmente por el fuego, y no hallaron a sus familias. Se sumieron en una desesperación total, pero la aflicción de David aumentó en seguida cuando el dolor de sus hombres se convirtió en amarga ira y hablaron de apedrearlo.

 

La mayoría de nosotros no experimentaremos esta situación extrema, pero sí podemos identificarnos con el abatimiento de David. A veces, después de una tragedia o una pérdida personal viene la desesperación y nos hallamos abatidos; pero también puede ser el resultado del agotamiento que causan las presiones diarias. Los problemas que sufrimos a diario pueden hacer que el abatimiento se vuelva un acompañante constante. Lo mismo puede suceder con las luchas emocionales por los sentimientos de falta de valía, no poder vencer una adicción, el dolor de la crítica o el temor de la incompetencia. Muchas veces no podemos evitar las situaciones que nos conducen al abatimiento, pero sí tenemos la alternativa de permanecer o no en esa condición. En vez de rendirse a la desgracia, David eligió fortalecerse en el Señor. Reconoció que Dios era el único que podía darle la perspectiva correcta en el problema y la dirección que necesitaba.


©  Cuando usted se siente abatido, ¿a dónde acude?

Quizás lo último que quiera hacer, es leer la Biblia y orar; al comienzo, los pasajes podrán parecer palabras inútiles y sentir que sus oraciones son vacías, pero si usted se mantiene clamando a Dios, al final encontrará el poder consolador en Él.

 

CONFESIÓN DE FE:

ME MANTENDRÉ FIRME EN LA BÚSQUEDA DE LA PRESENCIA DE DIOS PARA MI VIDA A TRAVÉS DEL ESTUDIO CONTINUO DE SU PALABRA Y EN COMUNIÓN PERMANENTE POR MEDIO DE LA ORACIÓN, SEGURO ASÍ PODRE VENCER EL ABATIMIENTO Y HALLARÉ FUERZAS EN ÉL.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Mauzi, Dios de mi Fortaleza (Salmo 27:1). Mi Señor Dios, hay momentos en la vida que nos traen abatimiento, aquellos cargados de problemas inaguantables. La soledad y el ocaso de personas pueden ser demasiado deprimentes. Buscar consuelo en los demás casi siempre resulta decepcionante, es por eso que hoy recurro a Ti, que prometes a los cansados y abatidos el consuelo. Mira, Señor Jesús, mi aflicción y dame tu paz, Tú eres mi Amigo y Salvador.  Escucha mis gemidos de dolor y ven a socorrerme. Además de la paz y de la fuerza para revivir, te pido que me hables en lo más íntimo de mi corazón, para conocer tu voluntad y cumplirla con tu gracia, pues solo así tendré fuerza para superar los problemas, y paz para gustar la vida que Tú me diste por amor. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.