miércoles, 10 de agosto de 2022

LA GUERRA ESPIRITUAL

 

EFESIOS 6:10-13 Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. (NTV)

 

Debemos entender que en el Nuevo Testamento la figura de la guerra se usa a menudo para describir el programa de Cristo en la Tierra, y Dios nos ha equipado para la victoria en la Guerra Espiritual.

 

La Palabra de Dios deja en evidencia que satanás le ha declarado la guerra al señor Jesucristo y a sus seguidores, por lo cual debemos estar apercibidos de que habitamos en un campo de batalla espiritual, aunque es de suma importancia estar claros de que el diablo ya fue vencido hace más de dos mil años por Cristo en la Cruz, y esa victoria nos corresponde a los que en Él creemos y en Él confiamos, pero también es claro que el enemigo quiere robarnos nuestra identidad, matar nuevamente nuestro espíritu avivado y destruir toda la obra de Dios que somos llamados a llevar a cabo, y lo puede lograr cuando nos hacemos vulnerables a sus maquinaciones. (2 Corintios 2:11)

 

Es por eso por lo que debemos entender que, en cualquier conflicto, los soldados deben tener el equipo adecuado y la capacitación sobre cómo usarlo, de lo contrario, sería imposible esperar ganar las batallas de la guerra. De la misma manera los seguidores de Cristo debemos tener en cuenta las exigencias de una guerra que nos propone el enemigo a través del mundo y sus ilusiones; veamos, la guerra exige:

1.     Debe haber unidad. El señor mismo nos advierte en su Palabra que una casa dividida no prosperará. (Mateo 12:25)

2.    Una vida austera. El Señor Jesús nos dejó el ejemplo al entregarlo todo por la causa. (2 Corintios 8:9)

3.    Sufrimiento. Una fe que no cuesta nada, no sirve para nada. (2 Timoteo 2:3)

4.   Obediencia. El verdadero soldado obedece sin condiciones.

5.    Saber manejar las armas. Nuestras principales armas son la oración y la Palabra, por eso es preciso entender que en el discipulado hallamos la pericia en su uso.

6.    Conocimiento del enemigo. Es muy importante para obtener la victoria no solo conocerlo a él, sino también estar apercibido de sus tácticas y engaños.

7.    No puede haber distractores. Todo lo que se pueda convertir en una distracción para el soldado de Cristo debe quedar bajo sujeción.

8.    Denuedo. Es decir que el soldado debe mostrar su valentía, esfuerzo y dedicación, lo que se resume en una gran devoción a Dios.

 

¿Comprende usted, en verdad, que tiene un enemigo activo?

Pero es bueno saber que desde el Génesis hasta el Apocalipsis Dios no ha perdido ninguna batalla, y tenga por seguro que no perderá la suya tampoco, porque…

 

¡¡¡Somos llamados por Dios para hacer la gran diferencia en el mundo,

siendo verdaderos soldados guerreros del Ejército de Jesucristo!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

LA SENDA DE SATANÁS PARECE CÓMODA Y BUENA, PERO ES UNA FORMA DE ATAQUE QUE SOLO CONDUCE A LA PERDICIÓN, POR ESO SÉ QUE NO HAY TÉRMINO MEDIO: O ME MANTENGO FIRME CONTRA SATANÁS O ÉSTE ME ALEJARÁ CON ENGAÑO Y MAQUINACIONES DE LA VERDAD QUE ES JESUCRISTO.

 

ORACIÓN:

Dios Todopoderoso, Jehová Sabaot, Dios de los Ejércitos (2 Samuel 5:10). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, hoy vengo a tu presencia a darte gracias por ser mi defensor, mi protección de todo ataque del enemigo. Mi victoria y mi honor provienen solamente de Ti, mi Señor Jesús, pues Tú eres mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme, y sé que ni el mismo satanás podrá contra mi si estoy en permanente comunión contigo en oración y dirigido por tu Palabra, como un soldado del Ejército de Dios; además de estar siempre vestido con la armadura espiritual que me has dado. Por todo esto te doy gracias y tomo la decisión de mantenerme firme para que ni el enemigo, ni nada ni nadie pueda separarme de Ti; gracias, Padre Celestial por equiparme y hacerme apercibido para "La Guerra Espiritual". He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri