jueves, 11 de octubre de 2018

RIESGO

 

LUCAS 5:4-11 Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:

-      Ahora ve a las aguas más profundas y echa tus redes para pescar.

-      Maestro, respondió Simón, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero si Tú lo dices, echaré las redes nuevamente.

Y esta vez las redes se llenaron de tantos peces ¡que comenzaron a romperse! Un grito de auxilio atrajo a los compañeros de la otra barca, y pronto las dos barcas estaban llenas de peces y a punto de hundirse. Cuando Simón Pedro se dio cuenta de lo que había sucedido, cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:

-      Señor, por favor, aléjate de mí, soy demasiado pecador para estar cerca de Ti.

Pues estaba muy asombrado por la cantidad de peces que habían sacado, al igual que los otros que estaban con él. Sus compañeros, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, también estaban asombrados. Jesús respondió a Simón: 

-      ¡No tengas miedo! ¡De ahora en adelante, pescarás personas!

Y, en cuanto llegaron a tierra firme, dejaron todo y siguieron a Jesús. (NTV)

 

♥ Del riesgo de obedecer a Dios.

Como cristianos, podemos desperdiciar nuestras vidas junto a las orillas de la fe, sin aventurarnos jamás a entrar a aguas más profundas. Allí tenemos poca necesidad del Señor. Después de todo, estamos a salvo en la playa, lejos del peligro de las grandes olas y las tormentas. Pero los creyentes que se introducen en las aguas de la obediencia, llegan a necesitar a Dios desesperadamente.

 

Al lanzarse a alta mar, el seguidor de Cristo renuncia a tener el control de su vida. Deja de tratar de controlar su propio destino, ya sea en lo profesional y financiero, o en su participación en la iglesia. Dios es el Capitán del barco, mientras que el cristiano es el obediente marinero. 

♥ ¿Vendrán tormentas? Sí. 

♥ ¿Hará el capitán peticiones difíciles algunas veces? Sí. 

♥ ¿Se sentirá asustado algunas veces el marinero? Sí. 

Pero el cristiano obediente tiene una experiencia de Cristo mucho más estrecha que la que podrá tener el creyente que se quedó en la playa. El creyente dice: "He entregado mi vida a Cristo". Pero vivir de verdad esas palabras es más difícil, pues humanamente queremos conservar cierto control en caso de que Dios no se ocupe de nuestros asuntos de la manera en que nos agrada. Muchos cristianos se contentan con solo sumergirse superficialmente en la fe, pues tienen miedo de que la vida no les resulte de acuerdo a sus planes. Dios puede hacer mucho más con una vida obediente que con una vida protegida de riesgos.

 

♥ La vida cristiana se vuelve emocionante cuando nos metemos en aguas tan profundas, que nuestros pies ya no tocan el fondo. Entonces debemos mantenernos firmes agarrados de las promesas de Dios.

 

CONFESIÓN DE FE:

SERÉ ARRIESGADO COMO PEDRO, PUES SE QUE EL HOMBRE NO PUEDE DESCUBRIR NUEVOS OCÉANOS A MENOS QUE TENGA EL VALOR DE PERDER DE VISTA LA ORILLA, ESO ES ARRIESGARSE.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Jehová Nissi, El Señor es mi Bandera, es mi Milagro, (Éxodo 17:15). Si necesitamos un milagro, Tu Adonai, Rey de reyes y Señor de señores, se que puedes hacer uno para nosotros, pues eres nuestra Bandera o Estandarte. En medio de las batallas de la vida te vemos Alto y Levantado, y estoy convencido que, si mantenemos nuestros ojos puestos en Ti y te seguimos, como buenos cristianos, asumiendo riesgos de fe, seremos milagrosamente victoriosos, sin importar que las circunstancias nos indiquen lo contrario. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo, porque con los ojos puestos en Ti y siendo arriesgado, sé que puedo salvar cualquier obstáculo de la vida, he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.