CARGA
1 PEDRO 5:9,10 Resistan al diablo y mantengan firmemente la fe. Sepan que sus hermanos en todo el mundo sufren igual que ustedes, pero Dios, quien los llamó para compartir su gloria eterna en Cristo, les mostrará todo su generoso amor. Sufrirán por un tiempo, pero después Dios los sanará, los fortalecerá, los apoyará y evitará que caigan. (P.D.T.)
© Del propósito de las pesadas cargas en nuestra vida.
Un atleta escocés del siglo XIX, lanzador de disco, hizo uno de hierro basándose en una descripción que leyó en un libro. Lo que no sabía era que el disco usado en la competencia oficial estaba hecho de madera y sólo tenía un anillo exterior de hierro. El suyo era de metal sólido y pesaba tres o cuatro veces más que los que usaban los otros lanzadores.
Según el escritor John Eldregde, el hombre señaló en un campo de su casa lo que hasta ese momento era la marca en distancia, y entrenó día y noche para alcanzar esa marca. Trabajó durante años hasta que pudo batir la marca. Entonces llevó su disco de hierro a Inglaterra para su primera competencia.
Cuando llegó a los juegos le entregaron el disco oficial. Fácilmente batió la marca y estableció una nueva. Durante años fue campeón invicto.
© Este hombre entrenó, bajo una pesada carga y mejoró por ello.
Cuando nos dan una carga pesada para llevar necesitamos aprender a llevarla en la fortaleza de Jesús y por amor a Él. Cualquiera que sea la carga o el sufrimiento, Dios lo usará para perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos.
Nuestras cargas nos pueden hacer mejores de lo que nos imaginamos:
© Más fuertes, más pacientes, más valientes, más amables y más amorosos de lo que hubiéramos sido de no ser por ellas.
CONFESIÓN DE FE:
LLEVARE LAS CARGAS QUE ME CORRESPONDAN SIN QUEJARME Y CON LA SEGURIDAD DE QUE DIOS LAS USARA PARA PERFECCIONARME, FORTALECERME Y HACERME CRECER, ESPECIALMENTE EN SABIDURÍA.
ORACIÓN:
Señor Jesús, Elohim Mauzi, Dios de mi Fortaleza (Salmo 27:1). Mi amado Rey y Señor Tu llevaste la carga más grande que haya podido existir, los pecados de toda la humanidad, nunca te quejaste, ni pusiste en duda lo que el Padre Celestial tenía como propósito con esto, y por medio de esta actitud, valiente y esforzada, nos diste la oportunidad de una nueva vida; no tendré nunca como pagarte, pero te pido que me ayudes para que las cargas que me tocan, hagan de mi una persona mejor, más esforzada, más valiente y más sabia cada a día. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo porque hoy puedo decir como el salmista: El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Amén.
Juan Manuel Lamus O.