viernes, 21 de abril de 2017

TODO

 

APOCALIPSIS 21:22-27 No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el Templo. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la Gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria. Las puertas nunca se cerrarán al terminar el día porque allí no existe la noche. Todas las naciones llevarán su gloria y honor a la ciudad. No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala ni tampoco a nadie que practique la idolatría y el engaño. Solo podrán entrar los que tengan su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero. (N.T.V.)


©  Todo se reduce a Cristo. (Leer Apocalipsis 21:10-27)

Todos hemos pecado y nuestras transgresiones exigen expiación. Por esto, Dios Padre envió a su Hijo a morir en nuestro lugar, para pagar totalmente nuestra deuda. Somos perdonados por el precio que Él pagó, y si aceptamos su sacrificio por nosotros, nuestros nombres serán revelados en el Libro de la Vida del Cordero.

 

La muerte de Cristo en la Cruz allanó el camino para que podamos ir al Cielo. Gracias a que Él murió, no solo podemos vivir con Él por toda la eternidad, sino además llegar a disfrutar de una relación personal con el Señor mientras estemos aquí en la Tierra. Todo está resumido en la Cruz. Todo se reduce a Cristo.

©  ¿Alguna vez ha reconocido usted su pecado contra Dios?

©  ¿Está dispuesto a pedirle que le perdone?

No por lo que usted es o por lo que ha hecho, sino simplemente gracias a la sencilla verdad de que Jesucristo, el Inmaculado Hijo de Dios, es el Salvador que fue a la Cruz en lugar suyo. Si está dispuesto a confesar su pecado, a apartarse del mismo, y a rendir su vida al Señor, el Espíritu Santo entrará en su corazón y le sellará para siempre como un hijo de Dios. Podrá vivir el resto de su vida sabiendo que pase lo que pase en los altibajos de su existencia, estará seguro para siempre en los brazos del Todopoderoso, y de que le aguarda la vida eterna en su Presencia. Al pensar en lo que Jesús sufrió para expiar sus pecados, la única respuesta apropiada es la humilde gratitud. Pídale a Dios que su Espíritu le permita ver cualquier arrogancia o resistencia en su vida, para que pueda reconocer, en privado y después públicamente, que la Cruz es su única esperanza.

 

CONFESIÓN DE FE:

CRISTO ME COMPRÓ CON SU SANGRE PRECIOSA: CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU, TODO. DEBO CERCIORARME DE DEJARLE USAR EL PAQUETE COMPLETO PARA SU GLORIA. JESÚS LO DIO TODO; ÉL MERECE TODO, ÉL ES TODO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Kedem, Dios del Principio (Apocalipsis 1:8). Señor Jesús, El Cordero de Dios, El Todopoderoso, el que siempre fue y es; eres antes de todas las cosas en tiempo y en prioridad, y por eso debes ser primero que todo en nuestros afectos. Hoy estoy genuinamente agradecido por tantas cosas, he sido bendecido por Ti de tantas maneras que no podría enumerarlas, especialmente por tu sacrificio con el cual me compraste todo, cuerpo alma y espíritu, a precio de sangre. Estoy agradecido por haberme permitido tener amor y comprensión en mi corazón. Son estas muchas bendiciones las que hacen mi humilde vida feliz y realizada. Nunca olvidaré todas las bendiciones que rodean mi vida, no malgastaré mi tiempo viendo lo malo solamente, cuando hay tanto bueno por que agradecerte. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por haberme comprado todo con tu sacrificio en la Cruz del Calvario. Amén.


Juan Manuel Lamus O.