SINTONIZADOS
JUAN 10:24-30 (NTV) La gente lo rodeó y le preguntó:
- ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si Tú eres el Mesías, dínoslo sin rodeos.
Jesús les contestó:
- Yo ya les dije, y ustedes no me creen. La prueba es la obra que hago en Nombre de mi Padre, pero ustedes no me creen porque no son mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; Yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y Él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y Yo somos uno.
♥ Como verdaderos seguidores de Jesucristo, debemos permanecer sintonizados con lo Divino; de ahí la importancia de afinar los oídos espirituales para escuchar, reconocer y obedecer la Voz de Dios en nuestra vida.
En el caos de la vida moderna, con su ruido constante y sus innumerables
distracciones, puede ser un desafío escuchar la voz de Dios. Sin embargo,
Dios habla constantemente, ofreciéndonos guía, sabiduría y amor, entonces…
¡¡¡La clave está en estar sintonizados para reconocer Su Voz y obedecerla!!!
A continuación, les comparto tres pasos prácticos y esenciales para afinar nuestros oídos espirituales para escuchar, reconocer y obedecer la Voz de Dios:
1. Crear Espacio para Dios. La vida moderna está llena de ruido y distracciones que pueden ahogar la voz suave y apacible de Dios. Para escuchar a Dios, es esencial crear espacios de silencio y reflexión. Esto podría ser a través de la meditación, la oración, la lectura de la Biblia, o simplemente estar en la naturaleza. En 1 Reyes 19:11-12, dice que Dios no se encuentra en el viento, el terremoto o el fuego, sino en "un suave susurro". Del mismo modo, debemos buscar a Dios en la quietud, más allá de las distracciones de nuestro mundo.
2. Buscar Sabiduría en la Palabra de Dios. La Biblia es una fuente inagotable de sabiduría y guía. Al leer y meditar en las Escrituras, abrimos nuestros corazones a la voz de Dios. El Salmo 119:105 dice: "Tu Palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino". Al sumergirnos en la Palabra de Dios, iluminamos nuestro camino y ganamos claridad sobre su voluntad para nuestras vidas.
3. Escuchar con un Corazón Dispuesto. Escuchar a Dios también requiere un corazón dispuesto a obedecer. A veces, lo que Dios nos dice puede desafiar nuestras ideas o comodidad. La Palabra en Santiago 1:22 nos exhorta a ser "hacedores de la Palabra, y no solamente oidores". Esto significa poner en práctica lo que hemos aprendido y confiar en que el camino de Dios, aunque a veces sea difícil, es siempre el mejor para nosotros.
Entonces, tal vez seguir la voluntad de Dios no siempre sea fácil, pero es el camino hacia una vida plena y con propósito. Al escuchar, reconocer y obedecer la voz de Dios, nos alineamos con un plan mayor que el nuestro. Dios conoce nuestro corazón y nuestros deseos más profundos y quiere lo mejor para nosotros.
♥ Al seguir su voluntad, encontramos no solo dirección y propósito, sino también paz y satisfacción verdaderas.
CONFESIÓN DE FE:
SÉ QUE ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS REQUIERE INTENCIÓN, DISCIPLINA Y UN CORAZÓN DISPUESTO A SEGUIRLO, Y QUE AL TOMAR ESTOS TRES PASOS, ME ABRO A LA SABIDURÍA Y GUÍA DIVINAS, ENCONTRANDO EL CAMINO HACIA UNA VIDA MÁS RICA Y SIGNIFICATIVA; ASÍ QUE SI LA VOZ DE DIOS ESTÁ SIEMPRE AHÍ, SUSURRANDO AMOR, GUÍA Y VERDAD, ME HARÉ SENSIBLE PARA ESCUCHARLA, RECONOCERLA Y OBEDECERLA.
ORACIÓN:
Dios y Señor Nuestro, Jesús, El Rabí, Venerado y Verdadero Maestro (Juan 1:38). Mi amado Dios, Señor y Maestro, Jesucristo, sé que toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida, nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto, y Tú la usas para preparar y capacitar a tu pueblo, nosotros los que en Ti creemos y en Ti confiamos, para que seamos transformados a tu imagen y semejanza, y es por eso por lo que hoy quiero escucharla bien, reconocerla y entenderla cabalmente para obedecerla sin condición. Gracias Padre Celestial por tus enseñanzas que me han dado vida nueva, rica y con propósito; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri