jueves, 27 de abril de 2017

LA PRESENCIA

 

GÉNESIS 45:3-8 ¡Soy José! dijo a sus hermanos. ¿Vive mi padre todavía? ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos. Por favor, acérquense, les dijo. Entonces ellos se acercaron, y él volvió a decirles: Soy José, su hermano, a quien ustedes vendieron como esclavo en Egipto. Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida. El hambre que ha azotado la tierra estos dos últimos años durará otros cinco años más, y no habrá ni siembra ni siega. Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias, y preservar la vida de muchos más. Por lo tanto, fue Dios quien me envió a este lugar, ¡y no ustedes! Y fue Él quien me hizo consejero del faraón, administrador de todo su palacio y gobernador de todo Egipto. (N.T.V.)


©  De la Presencia de Dios en las pruebas. (Leer Génesis 37)

Hay circunstancias en la vida que están claramente fuera de nuestro control y, por tanto, no podemos detectar ni un destello de alivio para el futuro.


©  En momentos así, ¿de qué podemos estar seguros?:

1. De que Dios está con nosotros en las tribulaciones.

Nuestro Padre Celestial nos consuela por medio del Espíritu Santo. El Señor quiere que estemos conscientes de su Presencia constante para que la conciencia de su amor y su poder nos ayude a sentirnos seguros. Dios entiende lo que es sufrir, ser rechazado o perder a un ser querido. Comprende las tentaciones y los obstáculos que enfrentamos. Él se ha asignado a Sí mismo la tarea de llevar las cargas de sus hijos y brindar paz a nuestros corazones afligidos (salmo 68:1-9). El Dios que camina con nosotros no puede ser obstaculizado o limitado por nada, y por eso no tenemos razones para respetarlo y adorarlo (Mateo 19:26).


2. Dios tiene un propósito al permitir las pruebas.

Esto se ve claramente en la historia de José, cuyos hermanos lo vendieron como esclavo. Dios había previsto que esos años prepararan al joven para que se convirtiera en primer ministro de Egipto. José no podía ver el propósito de Dios, al igual que nosotros la mayoría de las veces, pero conocía el carácter del Señor y confiaba en Él. La fe de José fue recompensada cuando fue capaz de salvar a su familia.

 

Estamos llamados a vivir una vida de fe. Eso significa que debemos creer las promesas de Dios, aun cuando nuestras circunstancias nos desconcierten. Cuando los problemas le rodeen, recuerde esta verdad: Dios nunca le desamparará ni le dejará (Hebreos 13:5), y los buenos propósitos de Él siempre se cumplirán (Proverbios 19:21).

 

CONFESIÓN DE FE:

DIOS BENDICE A LOS QUE SOPORTAN CON PACIENCIA LAS PRUEBAS Y LAS TENTACIONES, PORQUE DESPUÉS DE SUPERARLAS, RECIBIRÁN LA CORONA DE VIDA QUE DIOS HA PROMETIDO A QUIENES LO AMAN. (SANTIAGO 1:12 - N.T.V.)

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaGadol, el Gran Dios (Deuteronomio 10:17). Mi Señor y Salvador Jesucristo eres el más grande en muchas maneras, tu naturaleza, tus atributos, tus obras, tu grandeza, etc., por eso sé que puedo confiar en Ti, en tu Presencia en mi vida para soportar con paciencia todas las pruebas y tenerlas, como Tú nos pides, por sumo gozo, pues sé que Tú estás en medio de ellas, y las usas para incrementar mi fe, fortalecer mi carácter y llevarme a una plenitud que será manifiesta por los beneficios de los que puedo gozarme ahora mismo. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por tu Presencia que me sustenta en las pruebas de la vida. Amén.


Juan Manuel Lamus O.