jueves, 3 de abril de 2014

VENGANZA

VENGANZA

 

LEVÍTICO 9:16-18 No andarás difamando a los de tu pueblo. No pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo Soy el Señor. No guardarás odio a tu hermano en tu corazón; reprenderás a tu prójimo y así no participarás de su pecado. No serás rencoroso ni vengativo con tus compatriotas, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Soy el Señor. (B.L.P.H.)

 

©      La venganza no es dulce, es más bien una manifestación de la amargura.

Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas y el rencor puede consumir su existencia.

 

La vida es un constante empezar y terminar, se nos presentan diferentes etapas o situaciones y es preciso saber y aceptar cuando el final de un ciclo de vida ha llegado. Muchas veces el pasado lo añoramos en nuestro presente, nos negamos a dejarlo ir, insistimos en buscar los por qué, si después de todo, nadie nos prometió que seríamos niños para siempre, ni siquiera nos podemos afanar por estar unidos a quien también ya cerró su ciclo con nosotros.

 

©      Nada en esta vida está garantizado, algunas veces ganamos y otras perdemos.

Hoy es el día de dar vuelta a la página y entender que lo único que nos pertenece es el presente, lo que vivimos hoy, y si ese hoy se va, dejémoslo ir, soltémoslo aunque no nos valoren ni nos reconozcan, aunque sintamos que el corazón se desgarra y no veamos más allá de tanto llorar, solamente debemos asegurarnos de que dimos lo mejor de nosotros.

 

Dios para todo tiene un plan; podemos sentir ira, enojo, rencor, y ganas de tomar venganza por nuestras propias manos, solamente deja todo en sus manos, Dios se encargará a su tiempo de levantarnos.

©      Así que ¡adelante!

 

CONFESIÓN DE FE:

NUNCA TOMARE VENGANZA POR MIS PROPIAS MANOS, SOLAMENTE DEJARE TODO EN MANOS DE DIOS, CON LA SEGURIDAD DE QUE EL JUZGARA CUALQUIER SITUACIÓN PERFECTAMENTE Y A FAVOR DEL JUSTO.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Elohim Mishpat, Dios de Justicia (Isaías 30:18). Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo, Dios de amor y misericordia sin condición, porque Tú, El Todopoderoso, eres perfectamente justo, por eso podemos estar seguros que traerás justicia perfecta al mundo. Yo sé mi Señor, que Tu esperarás a que nosotros acudamos a Ti para mostrarnos tu amor y tu compasión, pues eres un Dios fiel, por eso hoy clamo a Ti para que no tome yo la justicia por mis manos, sino por el contrario, aplique la misma misericordia a mis semejante, esa que Tú has derramado sobre mi vida en abundancia. Gracias Padre Celestial por la misericordia que has determinado para nosotros por medio de tu amado Hijo Jesucristo, pues benditos son los que esperan su ayuda. Amén.

 

Juan Manuel Lamus O.