TEMOR VS. DEVOCIÓN
JUAN 14:15-17 Si me aman, obedecerán mis mandamientos. Le pediré al Padre y les dará otro Consejero para que esté siempre con ustedes: El Consejero es el Espíritu de la verdad. El mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes lo conocen porque vive con ustedes y estará en ustedes. (P.D.T.)
© La evolución de una pasión por obedecer a Dios.
Esa pasión no surge completamente en el momento de la salvación. Es verdad que iniciamos nuestra nueva vida en Cristo con el deseo de agradarle; pero eso no incluye el obedecerlo, sino que la búsqueda resuelta e intensa de su voluntad se desarrolla más lentamente.
De hecho, la primera etapa, es decir el temor a las consecuencias de la desobediencia, escasamente se considera como temor a Dios, pero al avanzar en nuestra fe y hacer el compromiso de obedecerle, llegamos con el tiempo a la etapa final, que es el amor y la devoción a Cristo. Ir de la primera etapa a la última comienza con lo que usted puede esperar:
© Un conocimiento mayor de Jesucristo.
A medida que profundizamos en la Palabra para ver como Él ha ayudado a los fieles, desarrollamos el deseo de recibir lo mejor de Dios. Hombres como Moisés, David y Pablo, no estuvieron satisfechos con lo que el mundo podía ofrecerles, y tampoco lo estaremos nosotros cuando seamos testigos de su obra. Así pues, ponemos a prueba nuestra obediencia y descubrimos que las bendiciones que Dios nos ha prometido son reales. Cuando tenemos un fiel registro de recompensas por hacer su voluntad, reconocemos la sabiduría de la obediencia.
© ¿Se encuentra usted entre el temor y la devoción a Dios?
Tengo la esperanza de que se haya comprometido a obedecer a Dios y que está leyendo su Palabra cada día. Dios quiere que usted le dé lo mejor, la búsqueda apasionada de su voluntad, porque Él le está dando lo mejor.
CONFESIÓN DE FE:
ESTOY DECIDIDO A DARLE LO MEJOR DE MÍ AL SEÑOR, ES POR ESO QUE ME COMPROMETO A OBEDECERLE Y A BUSCAR CON PASIÓN Y LLEVAR A CABO SIN CONDICIÓN, LA VOLUNTAD SUYA PARA MI VIDA.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Elohim Kedem, Dios del Principio (Apocalipsis 1:8). Dios Todopoderoso y Soberano, el Alfa y la Omega, el que es y que era y que ha de venir. Tú, mi señor, eres antes de todas las cosas en tiempo y en prioridad, y por eso debes ser primero que todo en nuestros afectos. Gracias quiero darte hoy, Rey de Gloria, por tu amor inagotable que hace que nuestra obediencia a tus preceptos sea simple y asegure nuestra vida en todos sus aspectos, pues solo Tú, Dios Todopoderoso, puede saber exactamente qué es lo más conveniente para mí, ya que es verdad que tu voluntad es buena, agradable y perfecta, y si me someto a ella los resultados para mi vida serán igualmente buenos, perfectos y agradables. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por tu ejemplo de obediencia incondicional hasta la muerte, y muerte de cruz. Amén.