martes, 6 de diciembre de 2016

SEMBREMOS

 

MARCOS 4:3-8 ¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía la semilla por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes, así que esos brotes no produjeron grano. Pero otras semillas cayeron en tierra fértil, y germinaron y crecieron, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado. (N.T.V.)


©  Cuando un sembrador esparce su semilla en el terreno, quiere estar seguro que tales semillas no se perderán, más bien que redunden en semillas de fruto abundante, una siembra que se multiplique maravillosamente con el evangelismo.

 

Si conectamos estos ejemplos de la parábola del sembrador al crecimiento y vida de la iglesia, entenderemos que es necesario que sembremos muchas semillas del evangelio en muchos corazones.  La mejor siembra es la siembra espiritual. He pensado últimamente que hemos sido bombardeados con estos pasajes bíblicos que hablan de la siembra y de la cosecha solo para hablar de dinero, pero en este día sé que no sólo es aplicable al dinero, sino a las diferentes áreas de la vida.  Debemos pensar en el valor de la siembra espiritual, si hoy sembramos la semilla del evangelio en un amigo, conocido, familiar o vecino, un día esa semilla germinará.  Esa semilla unos meses más tarde puede dar su fruto en una conversión.

 

Como seguidores de Cristo, debemos entender que una de nuestras labores principales en la vida es sembrar semillas espirituales por medio del evangelismo.  Este pensamiento es simple, sembremos semillas de fe y esperanza y del crecimiento se encarga Dios, luego es el Señor quién envía el Espíritu Santo para que haga germinar esa semilla. Nuestra única labor es sembrar y regar, y el crecimiento de la vida la dará el Señor.  Sé que los corazones están hambrientos de Dios, y cuando existe hambre el terreno del corazón se encuentra ampliamente preparado.  Todo lo que el hombre sembrare eso también segará (Gálatas 6:7).

 

CONFESIÓN DE FE:

HOY QUIERO SEMBRAR LA SEMILLA DEL EVANGELIO EN UN CORAZÓN DISPUESTO Y UN DÍA COSECHARÉ ESA SEMILLA. HOY QUIERO ENTENDER EL PRINCIPIO DE SIEMBRA EN TÉRMINOS DE LA SIEMBRA ESPIRITUAL EN UN CORAZÓN HAMBRIENTO.

 

ORACIÓN:

Padre Eterno, Dios Fuerte, El Gibor (Isaías 9:6). Dios Omnipotente, el Todopoderoso eres Tú, gracias quiero darte hoy por tu Santo Espíritu que mora en mí y me ayuda a sembrar y regar las semillas espirituales que ya han dado fruto en mi vida. Gracias Señor por este principio de la semilla.  Sembrar una semilla de fe y esperanza en un corazón hambriento es una de las más grandes experiencias que le has dado a tus hijos. Hoy quiero sembrar esa semilla en un corazón hambriento.  Señor, como un sembrador de tu Palabra te pido que me des sabiduría para entender cuáles son los corazones que están listos y abiertos para responder a la semilla del Evangelio de la paz. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.