jueves, 9 de marzo de 2017

¿SUFICIENTE?

 

ROMANOS 14:7-12 Pues no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. Cristo murió y resucitó con este propósito: ser Señor de los vivos y de los muertos. ¿Por qué, entonces, juzgas a otro creyente? ¿Por qué menosprecias a otro creyente? Recuerda que todos estaremos delante del tribunal de Dios. Pues dicen las Escrituras: "Tan cierto como que Yo vivo, dice el Señor, toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua declarará lealtad a Dios". Es cierto, cada uno de nosotros tendrá que responder por sí mismo ante Dios. (N.T.V.)


©  ¿Es suficiente la salvación?

Hay personas que, a pesar de haber puesto su fe en Jesús como Salvador personal de sus vidas, siguen viviendo en rebeldía contra Él.

©  ¿Por qué dicen ser seguidores de Cristo, pero se niegan a servirle?

La respuesta es que la salvación es solamente el primer paso. El destino eterno de cualquier persona que recibe a Jesucristo está sellado para siempre, irá al cielo. Pero la salvación no garantiza una vida piadosa o fructífera aquí en la Tierra.

 

La voluntad del Padre Celestial es que vivamos bajo el señorío de su Hijo. Eso significa que debemos someternos a Jesús como el único que está a cargo de nuestra vida. Las decisiones de cada día y el liderazgo de aquellos que están bajo nuestro cuidado, están en última instancia en las manos de Dios, no de nosotros; Cristo nos da guía y dirección. Aunque algunas veces cometemos errores, tenemos que recordar que la gracia de Dios es para personas imperfectas. El problema es que normalmente queremos darle a Dios dominio solamente sobre ciertos aspectos de nuestra vida. Por ejemplo, muchos queremos que se aparte de nuestras finanzas, agendas y carreras. Pero, cuando nos encontramos en la cama de un hospital, ¿quiénes de nosotros le diríamos a Jesús que se desligara de nuestra salud? Por tanto, hágase esta pregunta:

©  ¿Es Jesús el Señor de mi vida, o no?

 

La experiencia de salvación ocurre una sola vez, pero la vida cristiana continúa, porque el señorío de Jesucristo sigue. Habrá un momento cuando todo creyente deberá reconocer que el Hijo de Dios vino para más que salvarnos.

 

CONFESIÓN DE FE:

ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO QUE JESÚS VINO PARA SER EL DUEÑO DE MI VIDA, PARA MI BIEN Y PARA SU GLORIA. POR ESO HE DECIDIDO QUE ÉL SEA MI SEÑOR Y SERVIRLE EN SU REINO COMO ÉL QUIERE.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Kedem, Dios del Principio, Dios de toda la creación (Colosenses 1:18). Amado Rey Jesús, el Señor de mi vida ere Tú, Adonai, Rey de reyes y Señor de señores, el Todopoderoso que siempre fue, es, y que será, pues eres antes de todas las cosas en tiempo y en prioridad, por eso eres preeminente y dueño de todos nuestros afectos. Gracias quiero darte hoy mi Señor y Salvador, por ser la cabeza de la iglesia, tu cuerpo, y el Amo y Señor de mi vida, úsame Dios mío, pues dispuesto estoy para servir en tu Reino sin condición, para mi bien y para glorificarte a Ti ante mis semejantes. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amen.


Juan Manuel Lamus O.