lunes, 2 de septiembre de 2024

ABUSO E INJUSTICIA

 

ISAÍAS 53:3-5 (TLA) Todos lo despreciaban y rechazaban. Fue un hombre que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo; lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta. A pesar de todo esto, Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido y humillado. Pero Él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; Él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados.

 

Cuando el abuso es tal que podemos exclamar ¡que injusticia!, también podemos acudir al Señor Jesús, quien las llevó todas ellas en la Cruz.

 

Tristezas, injusticias, maltratos y abusos; vivimos en un mundo lleno de ellos.  Por ejemplo, el niño que es objeto de bullying (maltrato y abuso que sufre un niño a causa de otros), el dolor que sufre una viuda por un buen esposo que murió, padres que padecen el sufrimiento que les causa un hijo rebelde, una pareja que ve como la vida de su pequeña niña se apaga a causa de un cáncer, o un ministro que se ve obligado a renunciar a su trabajo debido a mentiras malvadas de algunos de sus feligreses enojados porque sienten que sus ideas egoístas no fueron escuchadas. Tristezas y abusos como esos son los que causan que muchas personas sientan que la vida no es justa con ellas.

 

No obstante, podemos aprender a manejar nuestras tristezas. Si miramos la vida de Jesús, para nada fue justa en términos humanos: siendo el rey de reyes nació en un humilde pesebre donde se acostaban los animales (Lucas 2:6-7); a pesar de ser Omnipotente, su oficio de carpintero aunque muy digno no le permitió vivir una vida de lujos (Marcos 6:3); a pesar de ser el Creador de todo, durante su ministerio la mayoría de las veces no tuvo un lugar al cual llamar hogar (Mateo 8:20); cuando contempló lo que le sucedería a Jerusalén, su corazón se rompió y lloró (Lucas 19:41).  Sin embargo, a pesar de todas esas cosas, continuó la obra que vino a hacer con una suprema actitud de servicio (Marcos 10:45), enfrentó el pecado (Marcos 2:10), e hizo discípulos que también fueron capaces de hacer discípulos (Mateo 28:18-20).

 

¡¡¡Su corazón le está doliendo o le dolerá en algún momento,

reconozca su dolor ante usted mismo, ante los demás y ante Dios,

eso permitirá que reciba la ayuda que necesita del Señor

y de la gente que en verdad le quiere!!!

 

Al igual que nuestro Señor, acepte la voluntad de Dios, aunque las circunstancias no parezcan las mejores, debe tener la misma actitud de Jesús, cuando dijo:

"Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía". (Lucas 22:42 NTV)

Sea valiente y tenga fe en Dios y su perfecto plan para su vida, sirva a los demás, esto ayudará a sanar su aflicción.

Sin duda la vida no es justa, pero recuerde: "no se haga mi voluntad sino la tuya".

 

CONFESIÓN DE FE:

ME MANTENDRÉ FIRME EN MEDIO DE LOS DESAFÍOS DE LA VIDA, LA INJUSTICIA Y EL ABUSO, CONFIANDO EN LA VOLUNTAD DE DIOS PARA ELLA, Y TOTALMENTE CONVENCIDO DE QUE SE DEBE HACER ELLA, QUE ES BUENA, PERFECTA Y AGRADABLE, Y NO LA MÍA.

 

ORACIÓN:

Dios y Señor nuestro, Jesús, Adonai, Rey de reyes y Señor de Señores (Deuteronomio 10:17). Amado Padre Celestial, hoy quiero orar como Jesús nos lo enseñó, diciendo: "Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad como en el Cielo, así también en la Tierra" (Mateo 6:10). También como lo hizo Pablo diciendo: "Padre glorioso de nuestro Señor Jesucristo te pido que me des sabiduría para crecer en el conocimiento tuyo, para tener la revelación de tu buena, agradable y perfecta voluntad para mi vida" (Efesios 1:17); y sin embargo, otra vez, como Jesús te digo: "Si quieres pasa de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya" (Lucas 22:42). Gracias Dios mío por tus planes perfectos para mi vida, por tu Palabra, fuente inagotable de promesas, solo ayúdame a cambiar mi manera de pensar para anteponer tu voluntad a mis anhelos y deseos, sin importar los abusos e injusticias de la vida; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri